El
título de este escrito suena fuerte, ¿verdad?, pero antes de que saquen las
antorchas déjenme contarles por qué algunxs investigadorxs de los movimientos
anti-género están nombrando a cierto sector del feminismo de esta manera. Para
entender cómo hemos llegado a este punto acudamos a la metáfora oceánica de las
olas del feminismo, pues nos facilitará contextualizarnos al respecto.
Después
de la lucha sufragista, algunas mujeres[1] irrumpieron
en el ámbito público, sin embargo al poco tiempo notaron que su inserción
social no estaba en igualdad de condiciones con los hombres, es ante el
descontento de estas mujeres que exponentes como Betty Friedan[2] y
Simone de Beauvoir[3]
con su tan citada frase: “no se nace mujer, se llega a serlo”, pusieron sobre
la mesa el debate acerca de que la biología no es destino, que “la mujer” como
una ontología metafísica, como una esencia inmutable, simplemente no existe,
sino que se va construyendo a razón de convenciones sociales que responden a
determinado contexto cultural. En este momento se ubica la segunda ola del
feminismo, donde se acepta al sexo como natural y al género como construcción
social.
Los
feminismos de la tercera ola rompen con la analogía de sexo-naturaleza, género-cultura,
y proponen que el sexo también es una noción construida y está generizada, en
este momento aparecen la teoría queer con Judith Butler y los transfeminismos. Ásta
Sveinsdóttir (2011) señala que a partir de los postulados de Butler se rompió
con la tesis de la estabilidad metafísica del sexo que caracterizó a la segunda
ola del feminismo. Ahora bien, debemos tener en cuenta que en los postulados de
los llamados feminismos de la tercera ola no se rechaza la materialidad
corpórea, sino que se cuestionan los límites sobre los cuales se construye la
diferencia sexual en clave binaria.
Ahora
bien, entendido esto vamos a lo que nos compete, los grupos TERF.
El
discurso crítico de género y los feminismos radicales trans-excluyentes
discrepan con la noción teórica feminista de que tanto el sexo como el género
son construcciones socio-culturales (Scott, 2016, p.
300) es así que mucho de lo que está en discusión en el contexto actual es el
significado mismo del feminismo (Bassi y Lafleur, 2022, p. 301)
En
este sentido, para Bassi y Lafleur (2022) los movimientos feministas críticos
de género tienen similitudes con el feminismo liberal pues centran la atención
en la opresión de género por sobre otros factores de opresión como la raza y la
clase. Al hacerlo, el tipo de feminismo posfascista que
estamos examinando aquí promueve explícitamente la renaturalización del orden
sexual heteronormativo y con ello la división sexual del trabajo entre mujeres
y hombres (Garbagnoli, 2016, p. 190).
Bassi y Lafleur (2022) siguiendo los postulados de Finchelstein (2019) señalan
que los actuales movimientos de derecha están involucrados en un “intento
posfascista sistemático de redefinir la teoría democrática” (p.97) En este
sentido, para Butler, la retórica antigénero prepara el terreno para políticas
fascistas o totalitarias.
Ahora bien, es evidente que este sector del feminismo se ha adaptado a
políticas opresivas y negarlo es ocultar el daño que se ha hecho en nombre del
feminismo, al respecto Bassi y Lafleur señalan,
Negar el carácter ambivalente del feminismo, en
este momento particular, es también expresar una peligrosa voluntad de ignorar
cómo el feminismo, en particular, ha sido utilizado con tanto éxito al servicio
del racismo, la explotación laboral y del capital y el imperialismo, por
nombrar sólo algunos de sus daños y, por supuesto, la transfobia y la
transmisoginia (2022, p. s/n)
Lxs TERF asumen al sujeto “mujer” de manera esencialista y biologicista al
abanderar discursos donde sostienen que la feminidad encarnada es la feminidad
auténtica, para ellxs la “mujer” siempre está en
riesgo, siempre es víctima, indefensa, vulnerable y necesitada de protección.
Por otro lado, usan la herramienta discursiva de la vulnerabilidad femenina
para frenar los avances que el resto de movimientos de mujeres y feministas han
logrado en materia de género y derechos sexuales y reproductivos. Al respecto
Emi Koyama señala,
La vulnerabilidad de las mujeres blancas se utiliza
con frecuencia para argumentar en contra de los derechos de las personas
transgénero. Incluso el argumento de las feministas radicales transexclusivas
de que el término TERF (un acrónimo de “feminista radical transexclusiva”) es
un “insulto” –en lugar de una descripción de un enfoque particular de la
política– se apoya en una “política del daño” que se aleja de lo real y del
trabajo dañino que el feminismo radical transexclusivo está haciendo en el mundo
(2020, p. s/n)
Pero, ¿es realmente el acrónimo TERF un insulto?, ¿fueron hombres
quienes acuñaron este término para insultar a las feministas? Nada más lejos de
la realidad.
Lxs primeros movimientos
TERF se ubican en los Estados Unidos en los años 70 y 80, provienen de una rama
específica del feminismo a la que la historiadora Alice Echols denominó
feminismo “cultural”. Es debido a la postura excluyente respecto a las personas
trans que otras feministas radicales idearon el
acrónimo TERF para distinguir su propia línea política de la trans-hostil, al
respecto Burns (2019) señala que,
Muchas
feministas anti-trans hoy en día afirman que es un insulto, a pesar de lo que
muchos ven como una descripción precisa de sus creencias. Ahora prefieren
llamarse a sí mismos "críticos de género", un eufemismo similar a los
supremacistas blancos que se llaman a sí mismos “realistas raciales” (párr. 17)
Actualmente
el acrónonimo TERF tampoco engloba a todas las personas que son atacadas por
los discursos que este sector del feminismo utiliza, pues no solamente se
posicionan en contra de las mujeres trans, también lo hacen (aunque con menos
virulencia) contra los varones trans, a quienes suelen infantilizar minimizando
sus narrativas de vida y desconociendo su identidad de género al considerarlos
“mujeres lesbianas confundidas”. También atacan a las mujeres cisgénero
heterosexuales y bisexuales que no apuestan por el lesbianismo político, ya que
consideran que son aliadas del opresor, que están alienadas por el patriarcado
y que son mujeres necesitadas de aprobación masculina.
Ante
los constantes ataques de este sector del feminismo hacia las mujeres trans,
existen propuestas que llaman a abandonar el movimiento, por ejemplo, Mikaelah
Drullard, autora del libro El feminismo
ya fue, una activista travesti negra apuesta por construir luchas
colectivas donde no solamente se tome en cuenta la cuestión de género sino
también la raza, la clase y las fronteras. Sin embargo, la exclusión y la
discriminación que promueve la ideología TERF no se limita a los espacios
feministas, sino que se extiende a todos los ámbitos de la sociedad, con graves
consecuencias para la democracia y los derechos humanos.
Si bien es cierto que lxs
TERF empezaron como un grupo minoritario dentro del movimiento feminista, en
los últimos años este sector está tomando fuerza, absorbiendo nuevas militantes
comprometidas con la causa de evitar el “borrado de las mujeres”, supuestamente
ocasionado por la inclusión de las mujeres trans en la categoría “mujer”.
Además, las alianzas que grupos TERF han hecho con la derecha cristiana les ha
permitido a ambos bandos llegar a espacios donde antes no podían confluir. Al
unir fuerzas contra la supuesta amenaza de “la ideología de género” estos
grupos se han convertido en enemigos de los derechos de las personas trans, las
feministas aliadas, las personas de la diversidad sexo-génerica, entre otrxs.
Es por esto que es
importante conocer dónde nacen los grupos TERF, en qué círculos difunden sus
ideas, en qué argumentos se apoyan, cuáles son sus alianzas estratégicas, pero
sobretodo, debemos tener muy claro qué está en juego, ya que no solamente son las
mujeres trans las perjudicadas con estos discursos sino la lucha de todas las
mujeres que han disentido del feminismo hegemónico porque no las representaba y
que ahora, una vez más, intenta anular las diferencias bajo la concepción
esencialista del sexo, un debate que, como vimos al inicio de este escrito, los
feminismos creyeron haber superado.
____________________________
Sobre la autora: Luciana Santillán es economista por la Universidad Central del Ecuador. Maestra en Género y Desarrollo por FLACSO-Ecuador. A la fecha, es candidata a Doctora en Ciencias Políticas por la Universidad Nacional Autónoma de México. Es activista transfeminista y miembro del colectivo Maywa Warmi-Insurrección feminista.
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La autora realiza un agradecimiento especial a Alejandra Santillán, por la traducción de textos en inglés importantes en este artículo. Alejandra Santillán es Abogada por la carrera de derecho de la Universidad Técnica Particular de Loja. Activista feminista militante de los colectivos Maywa Warmi- Insurrección Feminista, Sororas Violetas y Las Hijas de Pandora. Realiza acompañamiento y contención a mujeres víctimas de violencia de género.
Bibliografía:
Bassi, S., & LaFleur,
G. (2022). Introduction: TERFs, Gender-Critical Movements, and Postfascist Feminisms. (vol. 9) (pp.
311-333). Duke University Press.
Burns,
K. (2019). The rise of anti-trans “radical” feminists, explained. Vox,
(sin volumen ni número). https://www.vox.com/identities/2019/9/5/20840101/terfs-radical- feminists-gender-critical
Finchelstein,
Federico. 2019. From Fascism to Populism in History. Oakland: University of California Press.
Garbagnoli,
Sara. 2016. “Against the Heresy of Immanence: Vatican’s ‘Gender’ as a New Rhetorical Device against the
Denaturalization of the Sexual Order.” Religion and Gender 6, no. 2: 187–204.
Koyama, Emi. 2020. “Whose Feminism Is It Anyway? The
Unspoken Racism of the Trans Inclusion
Debate.” Sociological Review 68, no. 4: 735–44.
Scott, Joan. W. (2007). Gender as a Useful Category of
Historical Analysis. En Culture,
Society and Sexuality (pp. 77-97). Nueva York: Routledge.
Sveinsdóttir, Ásta. K.
(2011). The Metaphysics of Sex and Gender. En Charlotte Witt (comp.), Feminist
Metaphysics: Explorations in the Ontology of Sex, Gender and the Self (vol. 6) (pp. 47-65).
Amsterdam: Springer Netherlands.
[1] Hago referencia a que
solamente algunas mujeres accedieron al voto, pues según Bassi y Lafleur (2022)
las
mujeres
y hombres negros todavía vivían bajo la esclavitud y la constante amenaza de la
violencia
supremacista
blanca
[2] Autora del libro Mística de la feminidad
[3] Autora del libro El segundo sexo
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