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Luciana Santillán: "¿Feminismos posfascistas?"

 

El título de este escrito suena fuerte, ¿verdad?, pero antes de que saquen las antorchas déjenme contarles por qué algunxs investigadorxs de los movimientos anti-género están nombrando a cierto sector del feminismo de esta manera. Para entender cómo hemos llegado a este punto acudamos a la metáfora oceánica de las olas del feminismo, pues nos facilitará contextualizarnos al respecto.

Después de la lucha sufragista, algunas mujeres[1] irrumpieron en el ámbito público, sin embargo al poco tiempo notaron que su inserción social no estaba en igualdad de condiciones con los hombres, es ante el descontento de estas mujeres que exponentes como Betty Friedan[2] y Simone de Beauvoir[3] con su tan citada frase: “no se nace mujer, se llega a serlo”, pusieron sobre la mesa el debate acerca de que la biología no es destino, que “la mujer” como una ontología metafísica, como una esencia inmutable, simplemente no existe, sino que se va construyendo a razón de convenciones sociales que responden a determinado contexto cultural. En este momento se ubica la segunda ola del feminismo, donde se acepta al sexo como natural y al género como construcción social.

Los feminismos de la tercera ola rompen con la analogía de sexo-naturaleza, género-cultura, y proponen que el sexo también es una noción construida y está generizada, en este momento aparecen la teoría queer con Judith Butler y los transfeminismos. Ásta Sveinsdóttir (2011) señala que a partir de los postulados de Butler se rompió con la tesis de la estabilidad metafísica del sexo que caracterizó a la segunda ola del feminismo. Ahora bien, debemos tener en cuenta que en los postulados de los llamados feminismos de la tercera ola no se rechaza la materialidad corpórea, sino que se cuestionan los límites sobre los cuales se construye la diferencia sexual en clave binaria.

Ahora bien, entendido esto vamos a lo que nos compete, los grupos TERF.

El discurso crítico de género y los feminismos radicales trans-excluyentes discrepan con la noción teórica feminista de que tanto el sexo como el género son construcciones socio-culturales (Scott, 2016, p. 300) es así que mucho de lo que está en discusión en el contexto actual es el significado mismo del feminismo (Bassi y Lafleur, 2022, p. 301)

En este sentido, para Bassi y Lafleur (2022) los movimientos feministas críticos de género tienen similitudes con el feminismo liberal pues centran la atención en la opresión de género por sobre otros factores de opresión como la raza y la clase. Al hacerlo, el tipo de feminismo posfascista que estamos examinando aquí promueve explícitamente la renaturalización del orden sexual heteronormativo y con ello la división sexual del trabajo entre mujeres y hombres (Garbagnoli, 2016, p. 190).

Imagen tomada de "La voz de Galicia"

Bassi y Lafleur (2022) siguiendo los postulados de Finchelstein (2019) señalan que los actuales movimientos de derecha están involucrados en un “intento posfascista sistemático de redefinir la teoría democrática” (p.97) En este sentido, para Butler, la retórica antigénero prepara el terreno para políticas fascistas o totalitarias.

Ahora bien, es evidente que este sector del feminismo se ha adaptado a políticas opresivas y negarlo es ocultar el daño que se ha hecho en nombre del feminismo, al respecto Bassi y Lafleur señalan,

Negar el carácter ambivalente del feminismo, en este momento particular, es también expresar una peligrosa voluntad de ignorar cómo el feminismo, en particular, ha sido utilizado con tanto éxito al servicio del racismo, la explotación laboral y del capital y el imperialismo, por nombrar sólo algunos de sus daños y, por supuesto, la transfobia y la transmisoginia (2022, p. s/n)

Lxs TERF asumen al sujeto “mujer” de manera esencialista y biologicista al abanderar discursos donde sostienen que la feminidad encarnada es la feminidad auténtica, para ellxs la “mujer” siempre está en riesgo, siempre es víctima, indefensa, vulnerable y necesitada de protección. Por otro lado, usan la herramienta discursiva de la vulnerabilidad femenina para frenar los avances que el resto de movimientos de mujeres y feministas han logrado en materia de género y derechos sexuales y reproductivos. Al respecto Emi Koyama señala,

La vulnerabilidad de las mujeres blancas se utiliza con frecuencia para argumentar en contra de los derechos de las personas transgénero. Incluso el argumento de las feministas radicales transexclusivas de que el término TERF (un acrónimo de “feminista radical transexclusiva”) es un “insulto” –en lugar de una descripción de un enfoque particular de la política– se apoya en una “política del daño” que se aleja de lo real y del trabajo dañino que el feminismo radical transexclusivo está haciendo en el mundo (2020, p. s/n)

Pero, ¿es realmente el acrónimo TERF un insulto?, ¿fueron hombres quienes acuñaron este término para insultar a las feministas? Nada más lejos de la realidad.

Lxs primeros movimientos TERF se ubican en los Estados Unidos en los años 70 y 80, provienen de una rama específica del feminismo a la que la historiadora Alice Echols denominó feminismo “cultural”. Es debido a la postura excluyente respecto a las personas trans que otras feministas radicales idearon el acrónimo TERF para distinguir su propia línea política de la trans-hostil, al respecto Burns (2019) señala que, 

Muchas feministas anti-trans hoy en día afirman que es un insulto, a pesar de lo que muchos ven como una descripción precisa de sus creencias. Ahora prefieren llamarse a sí mismos "críticos de género", un eufemismo similar a los supremacistas blancos que se llaman a sí mismos “realistas raciales” (párr. 17)

Actualmente el acrónonimo TERF tampoco engloba a todas las personas que son atacadas por los discursos que este sector del feminismo utiliza, pues no solamente se posicionan en contra de las mujeres trans, también lo hacen (aunque con menos virulencia) contra los varones trans, a quienes suelen infantilizar minimizando sus narrativas de vida y desconociendo su identidad de género al considerarlos “mujeres lesbianas confundidas”. También atacan a las mujeres cisgénero heterosexuales y bisexuales que no apuestan por el lesbianismo político, ya que consideran que son aliadas del opresor, que están alienadas por el patriarcado y que son mujeres necesitadas de aprobación masculina.

Ante los constantes ataques de este sector del feminismo hacia las mujeres trans, existen propuestas que llaman a abandonar el movimiento, por ejemplo, Mikaelah Drullard, autora del libro El feminismo ya fue, una activista travesti negra apuesta por construir luchas colectivas donde no solamente se tome en cuenta la cuestión de género sino también la raza, la clase y las fronteras. Sin embargo, la exclusión y la discriminación que promueve la ideología TERF no se limita a los espacios feministas, sino que se extiende a todos los ámbitos de la sociedad, con graves consecuencias para la democracia y los derechos humanos.

Si bien es cierto que lxs TERF empezaron como un grupo minoritario dentro del movimiento feminista, en los últimos años este sector está tomando fuerza, absorbiendo nuevas militantes comprometidas con la causa de evitar el “borrado de las mujeres”, supuestamente ocasionado por la inclusión de las mujeres trans en la categoría “mujer”. Además, las alianzas que grupos TERF han hecho con la derecha cristiana les ha permitido a ambos bandos llegar a espacios donde antes no podían confluir. Al unir fuerzas contra la supuesta amenaza de “la ideología de género” estos grupos se han convertido en enemigos de los derechos de las personas trans, las feministas aliadas, las personas de la diversidad sexo-génerica, entre otrxs.

Es por esto que es importante conocer dónde nacen los grupos TERF, en qué círculos difunden sus ideas, en qué argumentos se apoyan, cuáles son sus alianzas estratégicas, pero sobretodo, debemos tener muy claro qué está en juego, ya que no solamente son las mujeres trans las perjudicadas con estos discursos sino la lucha de todas las mujeres que han disentido del feminismo hegemónico porque no las representaba y que ahora, una vez más, intenta anular las diferencias bajo la concepción esencialista del sexo, un debate que, como vimos al inicio de este escrito, los feminismos creyeron haber superado.


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Sobre la autora: Luciana Santillán es economista por la Universidad Central del Ecuador. Maestra en Género y Desarrollo por FLACSO-Ecuador. A la fecha, es candidata a Doctora en Ciencias Políticas por la Universidad Nacional Autónoma de México. Es activista transfeminista y miembro del colectivo Maywa Warmi-Insurrección feminista.

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La autora realiza un agradecimiento especial a Alejandra Santillán, por la traducción de textos en inglés importantes en este artículo. Alejandra Santillán es Abogada por la carrera de derecho de la Universidad Técnica Particular de Loja. Activista feminista militante de los colectivos Maywa Warmi- Insurrección Feminista, Sororas Violetas y Las Hijas de Pandora. Realiza acompañamiento y contención a mujeres víctimas de violencia de género.

Bibliografía:

Bassi, S., & LaFleur, G. (2022). Introduction: TERFs, Gender-Critical Movements, and             Postfascist Feminisms. (vol. 9) (pp. 311-333). Duke University Press.

Burns, K.  (2019). The rise of anti-trans “radical” feminists, explained. Vox, (sin volumen          ni número). https://www.vox.com/identities/2019/9/5/20840101/terfs-radical-  feminists-gender-critical

Finchelstein, Federico. 2019. From Fascism to Populism in History. Oakland: University of       California Press.

Garbagnoli, Sara. 2016. “Against the Heresy of Immanence: Vatican’s ‘Gender’ as a New         Rhetorical Device against the Denaturalization of the Sexual Order.” Religion and    Gender 6, no. 2: 187–204.

Koyama, Emi. 2020. “Whose Feminism Is It Anyway? The Unspoken Racism of the Trans        Inclusion Debate.” Sociological Review 68, no. 4: 735–44.

Scott, Joan. W. (2007). Gender as a Useful Category of Historical Analysis. En Culture,             Society and Sexuality (pp. 77-97). Nueva York: Routledge.

Sveinsdóttir, Ásta. K. (2011). The Metaphysics of Sex and Gender. En Charlotte Witt                (comp.), Feminist Metaphysics: Explorations in the Ontology of Sex, Gender and the        Self (vol. 6) (pp. 47-65). Amsterdam: Springer Netherlands.



[1] Hago referencia a que solamente algunas mujeres accedieron al voto, pues según Bassi y Lafleur (2022) las

mujeres y hombres negros todavía vivían bajo la esclavitud y la constante amenaza de la violencia

supremacista blanca

[2] Autora del libro Mística de la feminidad

[3] Autora del libro El segundo sexo

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