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Sofía Méndez Andrade: "Un ataque a la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES)"

 

El príncipe azul, de campaña presidencial, ha perdido la magia del hechizo y, en menos de tres meses de gestión, se ha convertido en lo que siempre fue: el terrible monstruo de la privatización. El problema ahora es que, al parecer, ha tomado como reto el desangrar al sector más pobre y más oprimido de la sociedad.

Para ser más específica, ha desangrado al pueblo. No le basta con humillar al sector indígena, ni con burlarse de las y los obreros, también juega con la dignidad de los estudiantes secundarios y la comunidad universitaria. Entre privatizaciones, amenazas y leyes antipopulares, el 18 de agosto el ejecutivo ha presentado una Reforma a la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES).

El problema no solo radica en sus mentiras y contradicciones; se trata de un asunto de suma urgencia que planea vulnerar el principio de gratuidad ¿Cómo se espera que no exista indignación frente a estas reformas? Se siente como una burla hacia la lucha estudiantil. Privatizar así la educación, tal como lo plantea Lasso, no solo es indignante… es miserable.

Es decir, ¿cómo es posible pensar que en pleno 2021 se plantee que los estudiantes extranjeros no podrán acceder a la educación pública? Porque eso dictamina la reforma, que este derecho -y próximamente privilegio- es exclusivo para ecuatorianos y ecuatorianas… ah, y residentes permanentes. Más allá de las fronteras ¿qué nos diferencia del resto, señor presidente? Desearía decir que este dictamen es el más doloroso, pero para pesar mío -y nuestro-, hay mucho más.

¿Acaso planea sumergir al Ecuador en un régimen veterano caracterizado por el tráfico de influencias y venta de cupos? ¿Dónde queda la promesa del libre acceso a la educación? Y no, no es posible hablar de un libre acceso a la educación superior cuando se plantea pagar un rubro por el curso de nivelación y/o pre universitario. La universidad pública existe para quienes no tienen -tenemos- acceso a universidades privadas, pero deseamos formarnos profesionalmente para enfrentar el mundo laboral. Humillante, eso es lo que esta reforma simboliza.

¿Qué sucedería si las universidades públicas violan el acuerdo de no lucro que se contempla en la Constitución de la República del Ecuador y se llenan los bolsillos con rubros innecesarios? Nada. No sucedería nada, porque este es un vacío frente a las sanciones a recibir. Por ende, incluso con denuncias no habría manera de proceder ante estos casos. Como era de esperarse, la educación se convierte en un negocio.

Además, y como si no fuese suficiente el desangre, Lasso ha considerado que ciertas atribuciones del CES y de la SENESCYT de plano no van, poniendo en riesgo la calidad educativa y el control que debe existir frente a los procesos meritocráticos. La reforma le disminuye funciones al CES, organismo encargado de aprobar mallas curriculares y apertura de nuevas carreras/postgrados, ahora estas atribuciones corresponden a la misma universidad. Es, básicamente, como si un tesista se armase solo su tesis y se calificase solo su tesis.

Otro tema es la designación de autoridades y profesorado, pues este queda a libertad, basándose en el principio de autonomía universitaria. Y nuevamente nos enfrentamos a un error de comprensión de términos: autonomía universitaria. La autonomía universitaria no es quitarle organismos de regulación a las universidades… Cabe hacernos preguntas ¿Cómo se plantea contratar a docentes? ¿Y las renovaciones de contrato? Pero, lo más importante, ¿cómo se garantiza que este proceso no favorezca al hijito, al nietito, al amiguito, al hermanito de…? Dejar con estos vacíos a la Universidad es permitir que toda clase de corrupción se brinde en estos espacios, que, para mí, son sagrados ¡Y hay aún más! Los y las rectoras de las universidades han denunciado que no existió diálogo previo para tomar estas medidas -sí, fueron unilaterales-, y también hicieron público el reclamo de una posible reducción de presupuesto universitario.

Es en este momento cuando nos preguntamos ¿dónde queda la promesa de eliminar la prueba de acceso a la Universidad? En campaña, Lasso ocupaba el mínimo espacio para gritar que la famosa Ser Bachiller/EAES sería descartada, “para que los estudiantes sean libres de elegir qué estudiar y dónde estudiar”. Al final, solo cambió el nombre de la prueba a Transformar, el tiempo y el número de preguntas. Primera promesa fallida.

“Libre ingreso” significa que se contará con un espacio horizontal y digno para toda la comunidad estudiantil. Un espacio en el que no se discrimine por nacionalidad, al final, las fronteras solo son un espacio imaginario. Un espacio en el que no se discrimine por clase social ¡qué tal! Ahora resulta que se tendrá que pagar el preuniversitario… ¿si se ha pensado en las y los estudiantes que son hijos de obreros, los que son obreros, los que realmente no tendrán para cubrir esta cuota y posiblemente se endeudarán con una entidad bancaría? ¿Si han pensado en que la universidad pública es el único espacio de formación que se nos permite a, “los otros”, quienes no nacimos en cuna de oro, a quienes no la tuvimos fácil jamás, a quienes el Estado ahora da la espalda?

¿Si ven como el problema no es de forma, sino de fondo? Es que los reclamos y las críticas a la Reforma de la LOES no es solo “una forma más de jorobar al Gobierno entrante”, tampoco es un “ataque correísta para desestabilizar” ¡Es el grito del pueblo que viene aguantando medidas antipopulares, miserables y denigrantes! Pareciera que el Gobierno del Encuentro lo que planea es ponernos frente a frente con la desigualdad social. Pareciera que el Gobierno del Encuentro nos quiere encontrar nuevamente en las calles, recordándoles que la educación sin dignidad es privilegio de clase.

Esto tampoco es una declaración de amor y defensa a la antigua LOES, pues está muy lejos de ser satisfactoria. Sin embargo, si se plantea reformar el estatuto, es necesario contar con propuestas frescas, innovadoras, trabajadas desde el sector al que le compete esta reforma: la Universidad. No necesitamos un modelo caduco y fracasado que deje a la educación al final de la lista y priorice los procesos; tampoco buscamos un modelo de privatización y fractura a la educación pública. Es necesario comenzar a hablar de una educación superior horizontal, inclusiva, libre de discriminación y violencia, y esto solo se consigue a través de mesas de trabajo y propuestas, escuchando a profesores, sector administrativo y obviamente, a estudiantes universitarios.

Hasta que esto suceda, seguiré soñando con un país que realmente se preocupe por la calidad de la educación. Aunque, y para ser sincera, en un Ecuador neoliberal soñar si cuesta. Aquí, los anhelos del sector público se encuentran en remate. El gobierno de Lasso es el gobierno enemigo de la educación pública.

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Sobre la autora: Sofía Salomé Méndez Andrade. 19 años. Estudiante de Comunicación en la Universidad de Cuenca. Activista por los derechos de lxs estudiantes. Activista y militante feminista. Fundadora de Killa Colectiva Feminista. Equipo de trabajo de FEUE U Cuenca y AFU General. Con las causas justas. Siempre radical. Amando la libertad. Soñadora y poeta.

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