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Erik Mozo: "Evasión de impuestos, paraísos fiscales y subdesarrollo" -Ni fu, ni fa, N°2-

 

América Latina es el continente más desigual del planeta (Blofield 2011). Esto no es nuevo, pero algunas veces se nos olvida. Sin embargo, en algunos momentos hay hechos que hacen bastante difícil que pasemos esta realidad por alto. La revelación de los papeles de pandora en las últimas semanas es uno de aquellos momentos. Pero, ¿por qué son tan importantes los papeles de Pandora? Incluso, ¿por qué son tan importantes los impuestos? ¿realmente tienen una relación relevante con nuestras sociedades? Todas estas preguntas, y más, pretenden ser abordadas en las siguientes líneas. Mi intención no es otra que la de demostrar que la liberación de los papeles de Pandora representa una oportunidad histórica para revertir la historia de exclusión y rezago en el desarrollo que ha caracterizado a nuestro subcontinente.  

Hay realidades que nos son tan cotidianas, que a veces podría parecernos que siempre han estado ahí; el Estado es una de esas realidades. Cuando pensamos en los inicios del Estado, solemos recordar el acuerdo de Westfalia de 1648, que establecía por primera vez límites a los territorios de las naciones europeas. Cuando pensamos en las características del Estado, solemos pensar en Max Weber, que en su tratado “la política como vacación’ de 1919 decía que su característica esencial es el monopolio legítimo de la violencia en un territorio. Si bien ambas ideas son acertadas, ambas eluden un elemento central de la formación de los Estados, y del acuerdo fundamental de las sociedades modernas: los impuestos.

Los impuestos son esenciales para la existencia de los Estados, y para la vida en la comunidad nacional. En la Europa mercantilista, el cobro de impuestos era estratégico porque este permitía financiar la guerra. Sin embargo, una vez pasada la guerra, los impuestos ya establecidos servían para financiar el desarrollo. La guerra constante, y el cobro progresivo de impuestos, permitió la generación de capacidades estatales, que impulso el desarrollo acelerado de Europa. Inglaterra, la cuna de la revolución industrial, resalta de entre todas las potencias europeas por su temprana y gigante capacidad estatal (Johnson and Koyama 2017). Producto de su elevado sentido de unidad, derivado quizás de su aislamiento geográfico, Inglaterra generó un gran sentido de unidad que le permitió cobrar más impuestos para la guerra y financiar más bienes públicos, entre ellos educación, lo que condujo a la primera experiencia de desarrollo acelerado a través de la industrialización, consolidándola como el mayor imperio hasta el momento. Los impuestos, entonces, no son cosa menor.

No solamente en Europa, sino también en América, los impuestos contribuyen a explicar el divergente desarrollo de las naciones. América del Norte y del Sur difieren, entre otras cosas, en su abundancia de recursos naturales. Esta diferencia generó una moderada equidad de propiedad de la tierra en América del Norte, y una abismal inequidad de propiedad de la tierra en América del Sur (Acemoglu and Robinson 2012). Una vez finalizadas las independencias, los países de América del Sur tuvieron élites económicas mucho más consolidadas respecto de sus poblaciones que América del Norte, lo que derivó en muchas mayores restricciones democráticas, y por ende tributarias. En América del Sur existían requisitos para votar como alfabetización y riqueza, y no existía voto secreto; esto llevó a que, a mediados del siglo XIX, Chile, el país con mayor participación democrática, alcance el 1,6% de participación, mientras que Estados Unidos tenía una participación de 18,3%. Así, la recaudación de impuestos sobre la renta y el patrimonio a mediados del siglo XIX en América del Sur alcanzó el máximo de 3,6% en Perú, mientras que en Estados Unidos era del 9,3%; en la primera mitad del siglo XX esta recaudación alcanzó el máximo de 6% en Perú, todavía por detrás de Estados Unidos seis décadas después. Lógicamente, estás diferencias de tributación se reflejaron en la provisión de servicios públicos. A mediados del siglo XIX, Argentina alcanzó la mayor proporción de la población alfabetizada en América del Sur, con 23,8%, mientras que Estados Unidos superaba el 90%; en la primera mitad del siglo XX esta proporción era del 73% en Argentina, todavía inferior a la de Estados Unidos seis décadas después (Sokoloff and Zolt 2006). Es entonces evidente que el poder relativo de las élites latinoamericanas respecto de su población, pero especialmente su temprana habilidad para lograr cargas tributarias menores, incidieron fuertemente en el escaso financiamiento en áreas esenciales para el desarrollo, como la educación.

Los impuestos no solamente son esenciales en el desarrollo de los países, también son esenciales para la cohesión dentro de los países. Los impuestos son mecanismos para redistribuir la riqueza dentro de los países, lo que incrementa la equidad. La reducción de la desigualdad es indispensable para la cohesión de las sociedades, ya que se ha demostrado la que esta está correlacionada con varios problemas sociales, como menor esperanza de vida, menores conocimientos y alfabetización, mayor mortalidad infantil, homicidios, encarcelamiento, embarazos adolescentes, enfermedades mentales, obesidad e incluso confianza (Pickett and Wilkinson 2010). Así mismo, se ha demostrado que mayor desigualdad esta correlacionada con mayor polarización política en la sociedad. Y por si esto no fuera ya de por sí suficiente, la desigualdad también incrementa las crisis en las economías, y la vulnerabilidad frente a ellas. A mayor desigualdad, mayor necesidad de adquirir deudas para sobrevivir, y menor capacidad para pagarlas. Dado que la desigualdad implica concentración de riqueza en el pico de la distribución, existen mayores incentivos para desregular el sistema financiero para prestar dinero más fácilmente. Tarde o temprano, cuando las tasas de interés suben o la gente no tiene forma de pagar, las crisis se desatan (Minsky 1986). Es lógico entonces porque a raíz del auge de la desregulación financiera en 1979, las crisis económicas en el mundo se han multiplicado, a la vez que las tasas de crecimiento económico se han reducido.

Es al trasluz de todos estos datos que la atrocidad de la evasión de impuestos muestra su real cara. América Latina es el continente más desigual del mundo. Ni África, el continente más pobre, es tan desigual como América Latina. Gran parte de la desigualdad en América Latina es producto de la concentración de capital, pero otro gran componente es la evasión tributaria. Según datos de la CEPAL, presentados en el reporte de Panorama Fiscal de América Latina y el Caribe para 2020, la evasión fiscal en el Ecuador (con proporciones de 2005) alcanza el 7,7% del PIB (CEPAL 2020). Es decir, de mantenerse las proporciones, la evasión tributaria anual en el Ecuador alcanzaría aproximadamente los 7.600 millones de dólares. En contexto, los presupuestos anuales del IESS, ISSFA e ISSPOL para 2021 alcanzan los 2.100 millones de dólares. Es decir, de conservarse las mismas proporciones, cada año en el Ecuador se evadirían casi cuatro veces el presupuesto de toda la seguridad social. Los presupuestos de educación y salud para 2021 alcanzan los 4.987 millones y los 3.213 millones de dólares; juntos alcanzan los 8.200 millones de dólares. Es decir, de conservarse las proporciones del informe de la CEPAL, si no existiera evasión tributaria en el Ecuador, podríamos casi duplicar los presupuestos de educación y salud. Incluso, el déficit fiscal en el Ecuador alcanzó los 7.000 millones de dólares en 2020, después de la pandemia del Covid-19. Es decir, si no tuviéramos evasión fiscal, nos tomaría solamente un año eliminar el déficit fiscal en el Ecuador. Finalmente, 7.000 millones de dólares equivale al salario completo de un año de 1.346.154 trabajadores en el Ecuador, dicho de otro modo, equivaldría a una reducción del desempleo del 16%.

La pregunta de rigor entonces es, ¿qué podemos hacer para eliminar la evasión fiscal? Sin embargo, la respuesta no es tan sencilla debido en gran medida a las guaridas fiscales. Una guarida fiscal es una jurisdicción en la que no se pregunta el origen de los fondos, y en la que existen tasas impositivas mucho más bajas que el mínimo internacional. De las diversas maneras que existen para evadir impuestos, la más sofisticada y complicada de corregir la de las guaridas fiscales. Dos problemas se desprenden de esto. El primer problema es que una guarida fiscal sirve como mecanismo para ocultar dinero de las autoridades nacionales, lo que facilita la existencia de actividades económicas ilícitas. El segundo problema es que, al ocultar el dinero, es imposible cobrar impuestos exigidos por la ley en su país de origen, lo que en la práctica es robarle dinero al Estado. Por todo lo previamente referido, podemos evidenciar que robarle dinero al Estado es sumamente grave, porque implica robarle oportunidades de desarrollo a los países, robarle presupuesto para la salud a los enfermos, robarle presupuesto para educación a niñas, niños y adolescentes, robarle presupuesto para la tranquilidad a las víctimas de la inseguridad, etc. Históricamente, la falta de recursos en los Estados ha sido una de las principales causas del débil desarrollo regional y nacional, y las guaridas fiscales hacen el problema aún peor. El monto estimado de evasión tributaria anual por paraísos fiscales en el mundo alcanza los 427.000 millones de dólares, más de cuatro veces la producción anual de toda la economía del Ecuador.

Hace aproximadamente dos semanas, el consorcio de periodistas de investigación, conocido como ICIJ por sus siglas en inglés, realizó la mayor liberación de documentos de guaridas fiscales en la historia. En esta liberación de documentos conocida como “los papeles de Pandora”, América Latina resalta por tener el mayor número de presidentes y ex presidentes en las listas de guaridas fiscales. Entre los presidentes mencionados, se encuentran los presidentes de Chile y Ecuador, Sebastián Piñera y Guillermo Lasso. Sebastián Piñera está enfrentando una segura suspensión por parte del congreso de Chile, además de una investigación de la fiscalía. En Ecuador, las cosas para Guillermo Lasso son un tanto más complejas. La consulta popular de 2017 en Ecuador prohíbe que cualquier funcionario público tenga dinero en paraísos fiscales, y en 2021 Lasso prestó juramento de no tener cuentas en paraísos fiscales. Lasso argumenta que el sí tuvo dinero en paraísos fiscales antes de 2017, lo que en primer lugar confirma que evadió impuestos. Sin embargo, lo más grave es que no existe información de cómo se deshizo de sus empresas en paraísos fiscales. Según los papeles de Pandora, Lasso tuvo cerca de catorce empresas en paraísos fiscales, pero al disolverse las empresas de Panamá se crearon dos fideicomisos en Dakota del Sur, uno de ellos por 367 millones de dólares. De demostrarse que Lasso todavía tiene dinero en paraísos fiscales no solamente estaría cometiendo evasión de impuestos, sino también cometería perjurio, lo que es penado con prisión de hasta 4 años en el Ecuador. La revelación de los papeles de Pandora ocurre justo en medio de un torbellino de problemas para Guillermo Lasso y su gobierno, y le quitan la legitimidad para pasar las reformas que propone, entre ellas una tributaria. 

La falta de recursos para desarrollo y para revertir decenas de padecimientos sociales es un lastre que América Latina tiene desde sus orígenes independentistas. América Latina es el continente más desigual del mundo. Tenemos que decirlo las veces que sean necesarias hasta que entendamos la gravedad de este problema. La liberación de los papeles de Pandora nos recuerda lo profundo que la corrupción penetra en nuestras sociedades, tanto como para ser la región con más presidentes y expresidentes en ellos. Si América Latina quiere enfrentar su rezago histórico, y revertir su pasado de desigualdad y exclusión, reducir drásticamente la evasión tributaria es un pre-requisito importante. Esta es una oportunidad histórica para que empecemos a enmendar y mejorar las cosas, y si queremos tomarla debemos dar la batalla de las ideas sin tregua, hasta que la dignidad se vuelva costumbre, hasta que la justicia sea cotidiana.

Bibliografía:

Acemoglu, Darion, and James Robinson. 2012. Why Nations Fail.

Blofield, Merike. 2011. “The Great Gap: Inequality and the Politics of Redistribution in Latin America.” Pennsylvania State University Press.

CEPAL. 2020. “Panorama Fiscal de América Latina y El Caribe, 2020: La Política Fiscal Ante La Crisis Derivada de La Pandemia de La Enfermedad Por Coronavirus (COVID-19).”

Johnson, Noel, and Mark Koyama. 2017. “States and Economic Growth: Capacity and Constraints.” Explorations in Economic History 64: 1–20.

Minsky, Hyman. 1986. Stabilizing an Unstable Economy.

Pickett, Kate, and Richard Wilkinson. 2010. The Spirit Level: Why Equality Is Better for Everyone.

 

Sokoloff, Kenneth, and Eric Zolt. 2006. “Inequality and Taxation: Evidence from the Americas on How Inequality May Influence Tax Institutions.” Tax Law Review 59 (2): 167.

            Artículo original en: https://erikmozo.wordpress.com/2021/11/08/evasion-de-impuestos-guaridas-fiscales-y-subdesarrollo/

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            Sobre el autor: Erik Mozo Narváez es Economista por la PUCE y la London School of Economics. Ex presidente de la Federación Nacional de Estudiantes de las Universidades Privadas y Ex Asesor Legislativo.

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