El Presidente Eloy Alfaro, en 1909, dispuso una gran
celebración por el centenario del primer grito de la independencia. En ese
entonces, se buscó la consolidación
de una identidad nacional de carácter laico, en función de que en 1906
se aprobó una Constitución liberal que
declaró la laicicidad del Estado ecuatoriano. Por lo tanto, se dejó de lado a
la Iglesia en los asuntos políticos e ideológicos de la nación.
No obstante, la Iglesia no interrumpió
su lucha en el terreno de las ideas y de los sentidos comunes. En efecto,
concibieron -en la celebración del centenario por la independencia- la
oportunidad para volver a disputar la memoria política nacional y los símbolos
de apropiación política de la nación.
El relato o la narrativa del Estado
ecuatoriano se adscribía a una línea laica y liberal. Se mencionaba que la
celebración de la independencia se debía a la gesta heroica de los próceres de
la independencia que sacrificaron sus vidas para otorgarle a la nación
ecuatoriana la libertad. Para el
liberalismo, fue necesario reinterpretar la historia patriótica ecuatoriana y,
de esa manera, poder reconocerse como los herederos del legado independentista.
En esa tarea, se tornó necesaria la promoción de la laicización del universo
simbólico, donde los relatos eclesiásticos no tuvieran cabida en la
configuración del Estado-nación.
Ahora bien, diversas narrativas
surgieron buscando la construcción de la memoria histórica nacional; mismas que,
según Guillermo Bustos Lozano (2010), se
enfrentan a través de pugnas sociales y transacciones simbólicas, que están
fuertemente arraigadas en relaciones de género, clase, raza y sobre todo el
poder. Estas narrativas diversas, que trataban de apropiarse de la
memoria histórica nacional, estaban marcadas por oposiciones fuertes entre hispanismo y nacionalismo, catolicismo y
laicismo, civilización y barbarie, entre otras contraposiciones.
Intelectuales hispanistas, como el
arzobispo historiador Gonzáles Suárez, sugerían que el Ecuador debía celebrar
sus fechas históricas como todo pueblo civilizado. Pero que la independencia
ecuatoriana estaba ligada a Dios, ya que supuestamente el cristianismo
promulgaba que todos los hombres y pueblos fueran libres. Bustos Lozano (2010),
señala que esas interpretaciones religiosas -sobre la celebración de la
independencia- entraron en el terreno del combate político, porque tanto
liberales como conservadores deseaban apropiarse de los sucesos históricos para
configurar la “unidad nacional”. Así entonces, fue crucial la disputa por la
“memoria política nacional”. Por un
lado, los liberales apuntaron a la reestructuración de los símbolos patrios y
la promoción de la laicidad del Estado y, por otro, los conservadores
(hispanistas) querían implementar la idea de que la “patria” y “Dios” constituían
un legado de la independencia.
El día de la celebración del
centenario, varios discursos hicieron apología a la reconciliación entre el
Estado ecuatoriano y “la madre patria”. Bustos (2010), alude que la
hispanofilia ecuatoriana no representaba un fenómeno aislado, sino que formaba
parte de una ola cultural internacional que se arraigó en diversos países de
América Latina y alcanzó una expresión definitiva en el centenario de la
independencia. Esa narrativa hispanófila buscó combinar la memoria y el olvido para,
de esa manera, desactivar el modelo de la historiografía liberal y darle a la
independencia un curso de linaje familiar.
Por otro lado, la narrativa
liberal necesitó construir símbolos que fueran aprehendidos por la población en
reemplazo de todo el conjunto de simbología cristiana que se
consolidó durante la colonia. En ese entonces, si se planteaba generar la idea
de patriotismo laico en el país se debía generar
nuevos símbolos en los que la ciudadanía pudiese sostenerse simbólicamente.
Por esa razón, la construcción de monumentos fue la mejor alternativa.
Para la configuración de una identidad
nacional se aplicó la interrelación
entre pasado y presente. Para Bustos (2010), la manera en la que se
construyen las narrativas nacionales sobre hechos históricos tiene en su seno
procesos de selección que pueden alumbrar, ensombrecer, reprimir o significar
las agencias históricas. Es decir, la construcción de la narrativa
nacional, tanto hispánica como liberal, esconden agentes históricos esenciales
en el proceso de la independencia de América como los indígenas,
los campesinos, las mujeres y las personas afros. En su defecto, quiénes construyen
las conmemoraciones, erigen en su relato las figuras de héroes patrios que
ayudan a consolidar la idea de que en algún momento nos emanciparon. Por lo
tanto, las generaciones posteriores debíamos guardar respeto a los próceres y,
asimismo, fue obligación rendirles honores con dichas conmemoraciones.
Consolidando, además, la historia con la que se levantó el Estado-nación.
En otras palabras, las fechas cívicas sirven como vehículo para la construcción
de naciones imaginadas.
Además, las narrativas en disputa por la consolidación
de la memoria política nacional divergían en el sentido religioso o laico del
carácter de la gesta de 1809. Sin embargo, convergían en función de que, tanto para
conservadores como para liberales, fue necesaria la celebración de las fechas
cívicas, debido a que dichas celebraciones se adscriben a los
discursos, prácticas y rituales que forman parte de la memoria nacional y, por
lo tanto, de la identidad ecuatoriana. Celebrar el
10 de Agosto de 1809 tiene dos opciones: o nos adscribimos a la historia patria
y liberal que romantiza los sucesos políticos en favor del mito de la nación o,
en su defecto, reflexionamos sobre las intencionalidades político-ideológicas
que significan las conmemoraciones.
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Sobre
el autor: John
Piedrahita es Politólogo por la Universidad Central del Ecuador. Es Magister en
Historia por la Universidad Andina Simón Bolívar. Forma parte del equipo
editorial de “Ni fu, ni Fa ¡El debate acá!”. Es cofundador de ContraKultura
Revista y articulista invitado en Revista Crisis. Trabaja temas relacionados
con la comunidad LGBTIQ+, la Historia Intelectual y la Historia de la
Educación.
Bibliografía
Bustos, G. (2010). “La conmemoración del primer
centenario de la independencia ecuatoriana: de los sentidos divergentes de la
memoria nacional”. UASB. p.473- 524.
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