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Martina Pérez: "Las mujeres sostenemos la vida, aun cuando duele"

Cuando decimos que las mujeres sostenemos la vida, no solo nos referimos al sentido romantizado de súper heroínas cargando en nuestros hombros el peso del mundo. No, para nada. Sostenemos los cuidados, sí, pero no solo esos cuidados percibidos como actividades de reproducción doméstica, también cuidamos emocionalmente. Cuando todo se desmorona, cuando todo pierde sentido, cuando la vida duele.

Leía el otro día que las mujeres cuidamos los corazones rotos, cuidamos los momentos de dolor, contenemos en lo difícil que puede llegar a ser la vida. Históricamente el amor de las mujeres ha funcionado para el patriarcado como servicio emocional de los hombres. Pero ¿qué pasa cuando nuestro amor construye, cura, sana, repara a otras?

Recordemos el abrazo de mamá que reconforta, las amigas que te abrazan, las compañeras de lucha que hacen sentir que juntas lo quemaremos todo. Ese amor entre nosotras, entre las que siempre han tenido que reprimir emociones para servir, entre las que siempre han tenido que quedarse calladas por mandato de género. Pensemos en lo revolucionario que puede llegar a ser el amor entre nosotras, el amor entre oprimidxs. No el amor al patrón, no el amor al patriarca. El amor para nosotrxs, como primera trinchera de cuidado colectivo.

En América Latina, estamos conscientes de lo duro que es sostener la vida precarizada, marginada, racializada. Las mujeres en Latam sostenemos una vida en sobrevivencia, sobreviviendo al despojo, a la violencia, al empobrecimiento. Cuando no tienes para la comida del día, esa vecina de al lado te presta unos dólares que salvan el día y el hambre. Cuando tu hijx se enferma y la amiga te recomienda unx doctorx que no hace de la medicina negocio. Cuando el patrón te hace trabajar más y la amiga se queda con el wawa. Cuando no te alcanzó para pagar la renta y el dueño de casa te quiere sacar, la mamá, la hermana, la amiga que te da posada. Esas redes de acompañamiento y cuidado colectivo, que alivianan la vida cuando el sistema te aplasta.

Se ha centrado tanto el amor en esas relaciones afectivas heteronormativizadas que hemos olvidado que el amor de las otras nos sostiene, nos cura. No pretendo romantizar ni a las mujeres ni al amor porque reproduciría el mismo estilo del sistema sexo-género, pero si pretendo decir lo que significa que las compañeras nos rescaten, nos limpien las lágrimas del rostro y con un “vamos, que no estás sola y la vida no se acaba” ahí vamos.

Cuando de todo nos pasa, cuando acabamos en un trabajo explotado, cuando no tenemos trabajo, cuando nos quedamos embarazadas y no queremos estarlo. Cuando acompañamos en decisiones, cuando acompañamos en malos amores, cuando discutimos de lo que nadie quiere hablar. En el gesto más mínimo de escuchar, en el gesto más sencillo de llevarle un helado para subir el ánimo. Recordemos los remedios de la abuela, las aguas medicinales, las enseñanzas, los consejos que vienen del amor una a la otra. No es cosa aislada, no es romántico, no es servicial.

El amor de las mujeres, el amor entre oprimidxs nos ha permitido resistir siempre.

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            Sobre la autora: Martina Pérez. 20 años. Militante feminista anticapitalista. Escritora insurgente, estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad Central del Ecuador y asistente de investigación del proyecto Observatorio de Financiamiento al Desarrollo UCE.  Se organiza en la colectiva Cantata Feminista y la articulación Trenzando Feminismos.

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