A lo largo de la historia, las mujeres -tras largas
luchas de resistencia contra un sistema que nos oprime- hemos conseguido
derechos. Mismos que son esenciales para alcanzar una vida digna en la cual
podamos emanciparnos del molde patriarcal. Sistema que nos limita no solo
derechos, sino la forma de realizarnos como seres autónomos y capaces. En los
últimos tiempos, parte de esa lucha se encaminó en pro recuperar el territorio
que se nos expropia desde que nacemos, es decir nuestra cuerpa.
En
Ecuador la lucha del movimiento feminista, por tomar decisiones y ser
reconocidas como ciudadanas sujetas de derechos, ha tenido una larga
trayectoria. Según Santillana y Aguinaga (2012), el movimiento feminista se
empieza a visibilizar en los 80, en el auge del neoliberalismo, formando
movimientos en contra del Estado (pág. 7). Aunque, por
otro lado, se asume que el feminismo ecuatoriano no ha sido solo el proceso de
lucha a favor de los derechos de las mujeres, sino aquel en que las mujeres
indígenas y otras que -sin declararse feministas- han asumido luchas
libertarias por la descolonización (pág. 2). Las mujeres ecuatorianas han luchado por una
economía de cuidado, acceso a tierra, créditos, salarios dignos, seguridad
social, derechos laborales, matrimonio civil, el divorcio, el sufragio y,
ahora, por sus cuerpas.
En
cuanto a los derechos sexuales y reproductivos, como el aborto, el movimiento
feminista ha tomado fuerza en los últimos años por la incidencia de la marea
verde en América Latina. Misma que en 1990 declaró el 28 de septiembre como día
de Acción Global por el Acceso al Aborto Legal y Seguro. Esta lucha a nivel
regional se ha convertido en una de las principales banderas del
feminismo del siglo XX y XXI. Se aspira devolver el poder a las mujeres,
empezando por el poder sobre sus cuerpos. También tiene el propósito de aumentar
los términos de ciudadanía política y se enfatiza sobre derechos sexuales y
reproductivos y el ejercicio de la voluntad y el placer
Además, pretenden
disminuir las alarmantes estadísticas de muerte materna en condiciones
precarias y clandestinas. La marea verde propone redefinir el concepto de la
maternidad asignada por los roles de género como única característica de la
mujer. Asimismo, plantean que la maternidad debe ser deseada y planificada y no
una imposición. Desean que la interrupción voluntaria del embarazo sea legal,
segura y gratuita; ya que no todas las mujeres tienen los recursos para pagar
un aborto seguro. Por último, pretenden cambiar la situación de las mujeres al
interpelar a la subjetividad, transformándola en política.
Al pasar el tiempo a Ecuador le
han atravesado varios cambios con los que se ha conseguido crear un proceso de
modernización y democratización. Sin embargo, aunque se ha conseguido cambios
en el pensamiento social de un país altamente conservador, ya sea por herencia
colonial o constructos morales religiosos, no ha sido el suficiente. La Corte
Constitucional el 28 de abril del 2021 despenalizó el aborto en casos de
violación y dispuso a la Asamblea
Nacional regular el procedimiento de la interrupción del embarazo. Como
resultado el Ejecutivo vetó parcialmente la ley entorpeciendo el
ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos. Lo que mantiene a las víctimas de abuso sexual en una
situación de vulnerabilidad. Se produce, entonces, no solo más indignación por
el desamparo del Estado ante este problema social, sino un incremento de
mujeres feministas luchando por sus derechos.
El
feminismo se ha comprometido a luchar por este derecho por medio de acciones
colectivas e individuales, mediante acciones políticas y sociales, con bases de
organización y, sobre todo, de compromiso. Millones de mujeres que se han unido
a esta causa portan el pañuelo verde como símbolo de resistencia. Aún
enfrentamos desafíos y poderosos enemigos, como las normas sociales que
prevalecen y que favorecen a los discursos contra la emancipación femenina, o
los grupos provida, la iglesia y el mismo Estado. Estos grupos conservadores se
preocupan más por la manera en la que el feminismo se hace notar. Les preocupa
mantener el orden social y establecido por el conservadurismo, en vez de
resolver las causas por las que las mujeres están luchando en las calles.
Está
claro que el cuerpo gestante es uno de los últimos baluartes que el poder
patriarcal desea conservar. A través de ellos se sigue imponiendo una moral
sexual religiosa para la reproducción social y así evitar la emancipación de
las mujeres. Desde el discurso conservador, se intenta normalizar a los cuerpos
reproductores como destinados a ese fin. La consigna feminista seguirá firme:
“la maternidad, será deseada o no será”. El feminismo seguirá luchando por
conquistar el derecho a decidir, ya sea desde las calles o en el legislativo.
Es una de las deudas que el Estado tiene con todas las mujeres, en especial con
las víctimas de violencia sexual, con las mujeres que murieron por acudir a clínicas
de aborto clandestinas y con las que están tras las rejas exigiendo justicia.
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Sobre la autora: Nicole Cuenca es egresada de la Carrera de Ciencias
Políticas, por la Universidad Central del Ecuador. Es activista y militante
feminista de la organización "Tremendas EC" y voluntaria de la Fundación Regional
de Asesoría en Derechos Humanos INREDH.
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