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Mateo Andino: “Problemas sociales reflejados a través de las interpretaciones musicales del Sanjuanito en la identidad de los cantones Cayambe, Tabacundo y Otavalo, año 2023”

 

El San Juanito es un ritmo ecuatoriano de origen precolombino. Más que un simple género musical, también puede ser considerado como una manifestación cultural de un pueblo o varios, puesto que es un ritmo que lo disfrutan tanto indígenas como mestizos. Este tipo de manifestación cultural permite conocer y analizar comportamientos de las personas y varios fenómenos sociales que se llegan a ver en la sociedad ecuatoriana, como el caso de problemáticas de discriminación a los pueblos indígenas y clases bajas. Todos estos sucesos hacen que la gente consciente o inconscientemente se vea influenciada por esto y quieran seguir un patrón, he ahí el conflicto. Por medio del San Juanito se puede explicar varios de estos problemas ya que, al ser una manifestación cultural, puede reflejar la realidad de varios grupos sociales y étnicos, a veces en forma de metáforas, coplas, burlas, etc. Así que puede llegar a ser muy relevante en cuanto a la forma de explicar acciones que la población hace o sufre, que al mismo tiempo son cosas que no se llegan a hablar en varias ocasiones, llegando a ser algo tan común el insultar a una persona con la palabra “indio”, “longo”, “cholo”, etc., así como gestos o frases que de igual manera excluyen a un grupo.

El Sanjuanito es un ritmo musical de origen ecuatoriano que suele ser escuchado y bailado en numerosas fiestas de indígenas y mestizos. Al igual que otros ritmos propios de las regiones andinas es un género conocido y muy entonado a nivel nacional e internacional, y de gran relevancia en la vida colectiva. De hecho, en países como Perú y Bolivia, es muy conocido y se encuentran cosas en común con el Ecuador al interpretar la música folclórica. Tal es el caso del uso de instrumentos de viento, guitarras, bandolas, requintos, charangos dando paso a una similitud y hermandad entre naciones. Un ejemplo claro se puede ver en los desfiles y se observa a grupos de personas bailando caporales, sayas, y tinkus, música proveniente de Bolivia y otras danzas en varios pueblos y ciudades de diferentes países.

Según Carrión (2010), el San Juanito es un ritmo que data de antes de la conquista española. Con la llegada de los incas estos influyeron mucho en las culturas precolombinas del Ecuador en costumbres y formas de expresión. Muchos investigadores asocian a este género como una interpretación del huayno peruano que al introducirlo a nuestras tierras tomó forma propia. Aun así, su origen se asocia a la cultura indígena de la provincia de Imbabura, en los sectores de Otavalo y de San Juan de Ilumán, a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. A partir de esta información, se deduce que este ritmo tiene orígenes aborígenes. Sin embargo, a lo largo de los años, se ha visto influenciado en cuanto a su interpretación por varios fenómenos sociales. Al ser un marco representativo de varias regiones que recorre el mundo, es evidente preguntarse cómo la discriminación y la separación de clases sociales han influenciado en este ritmo musical.

En un momento determinado, el Sanjuanito se esparció aún más y desde ahí se visualizan diferencias en la manera de ser interpretado. El más notorio en su rasgueo de la guitarra y la afinación de esta y es que, como otros géneros musicales ecuatorianos, el Sanjuanito tiene varias maneras de rasguear en la guitarra. Ahora lo más sorprendente es que, tan solo en el cantón Cayambe, hay variaciones que solo se sienten en la afinación de guitarras y requintos (Beltrán, 2010).

 Mediante el análisis de la información recabada se logra identificar algunas afinaciones para Sanjuanito, entre ellas está en tiempos de Galindo, Guanopamba y Granada (Beltrán, 2010). Ahora bien, Cayambe y Tabacundo tienen una forma muy diferente de entonar un San Juanito, en comparación con Otavalo (Mendoza, 2011). Por poner un ejemplo, dos piezas pertenecientes a este género: Azua del grupo Samy que representa a Otavalo, y otro titulado Huasicama de los Duros de Tabacundo. Tal vez o, muy seguramente, muchas personas los escuchen iguales. La verdad es que, en sí, son muy parecidos, pero debe señalarse una diferencia ligera que se puede notar y que está en su rasgueo. Esto provoca en una canción que sea más rápida que otra y que, también, Azua tenga una tonalidad más alegre que Huasicama. Por otro lado, su instrumentación es diferente, Azua tiene la guitarra, la quena, el bandolín; mientras que Huasicama usa más los requintos. Esto se debe principalmente a que existen varias maneras de interpretar un San Juanito, todo depende del sector.

Otro punto para tomar en cuenta es la distancia entre ciudades y que -extrañamente- en sectores con una separación no mayor a 35 km el San Juanito de Otavalo sea demasiado diferente al de Cayambe y de Tabacundo. Pueden existir varias explicaciones, sin duda, una de estas es la presencia del mestizaje. Es que solo en Azua existe la presencia del kichwa en forma de voces que son escuchadas repentinamente en forma de pequeños cantos, mientras que en Huasicama podemos identificar coplas cantadas en español. En ese sentido, se puede decir que tanto los sectores de Cayambe y Tabacundo son más mestizados que Otavalo. Es por eso por lo que su instrumentación también es diferente.

Cabe aquí una pregunta: ¿esto es bueno o malo? Pues es obviamente bueno, porque refleja la unión de dos culturas diferentes que conviven y comparten sus costumbres y que han hecho que sus expresiones culturales se mezclan. De hecho, es por eso que en Cayambe el festejo del Inti Raymi es parte de lo que sería las fiestas de San Pedro, en donde participan tanto indígenas como mestizos.

 En relación con este tema, es posible identificar varios problemas sociales en la población. Uno de ellos es que, a pesar de que Cayambe es uno de los cantones con más población indígena en la provincia de Pichincha, la presencia de ellos cada vez disminuye; mientras que la población mestiza va en aumento. Esto se debe principalmente a un problema que sufre el Ecuador, y es que a pesar de ser un país plurinacional e intercultural se considera una nación blanco-mestiza, haciendo que a lo largo de su historia republicana se funde una ideología que excluye a grupos indígenas y afroecuatorianos.

En 1981 el antropólogo Ronald Stutzman (1981), dice que esta ideología que mira al mestizaje como la esencia misma de la ecuatorianidad, excluye a los grupos indígenas y afroecuatorianos del imaginario nacional por su condición no mestiza. También añade que esta ideología abre paso a que el proceso de mestizaje no sea equitativo porque no es el blanco el que se “indigeniza”, sino el indígena el que se “blanquea” -étnica y culturalmente- con el fin de subir peldaños en la escala jerárquica social.

Sin embargo, en el libro “los mestizos ecuatorianos” se menciona que gran parte de la población mestiza tiene ascendencia indígena, pero muchos de ellos niegan sus verdaderas raíces con el fin de diferenciarse y marcar un contraste con los llamados “indios” (Apolo, 2000). A este grupo poblacional se les ha identificado como un grupo contrastivo y confrontativo con respecto a los grupos indígenas. El libro también menciona que los mestizos al negar su bagaje cultural genuino renuncian a su autoestima, evidenciando con ello una identidad étnica negativa.

Pero ¿por qué varias personas optan por hacer este tipo de acciones? como ya se mencionó antes, el Ecuador se ha construido sobre una ideología que excluye a grupos indígenas y afroecuatorianos, pero más específicamente a los indígenas al tener una visión de ellos como un pueblo triste. Para la socióloga Erika Sylva (1992), se origina en uno de los mitos fundacionales de la nacionalidad ecuatoriana –el mito de la raza vencida-. Este mito señala que la naturaleza triste y melancólica del indio ecuatoriano se debe a la triple derrota que sufre ante los incas, los españoles y la caprichosa geografía andina a la que supuestamente no pudo dominar. Esto podría explicar por qué varios mestizos niegan su identidad y sus raíces. Aunque podrían entrar otros ámbitos como el regionalismo extremo que tienen las personas de la costa y la sierra, la ridiculización del indígena ecuatoriano en programas del siglo pasado, etc.

Regresando al tema, estos problemas sociales se ven reflejados en las expresiones de un pueblo, en este caso en Cayambe y Tabacundo en cuanto a su manera de entonar el San Juanito. También se puede decir que la opresión que se vivió en la época de colonización, más la discriminación que los indígenas sufrieron a lo largo de la historia republicana del Ecuador se ha reflejado en la manera de pensar de la nuevas generaciones. Incluso quienes se ven influenciados por la modernización, debido a que las nuevas tendencias y su entorno excluyente a distintas etnias.

Continuando un poco con la historia en cuanto a la expansión del San Juanito, con la llegada de nuevas tecnologías a inicios del siglo XX, Ketty Wong (2011), mencionó que se empezarían a grabar las primeras canciones en Ecuador. Ella también hace referencia a que el primer sencillo grabado fue un pasillo, género musical clave para entender esta parte de la historia y es que, durante los años 20 y 30, estos pasillos se verían muy influenciados por el indigenismo y por la lucha de clases y expresiones artísticas de la época. Así como el pasillo fue influenciado por estas raíces, a mediados del siglo XX, el San Juanito que ya era un ritmo muy consolidado en fiestas y bailes ya no solo por pueblos indígenas, si no por mestizos (muchos de ellos con los problemas de identidad que ya se notaba mucho), fue influenciado por el pasillo. De esa manera, y continuando  con la línea del mestizaje, empezaron a aparecer San Juanitos con tintes más criollos. Se utilizó pianos, requintos, percusión diferente a su entonación y guitarras, en vez de instrumentos andinos. Otra característica es que las letras de estos San Juanitos contaban historias más enfocadas al desamor con tintes más tristes (tratando de asemejarse al pasillo), por lo que no eran canciones hechas solo para bailar. A este tipo de San Juanito se lo empezó a conocer como “San Juanito mestizo”, siendo escuchado por las clases sociales de élite y que empezaron a diferenciar a la otra especie de San Juanito bailado en las fiestas por personas de clase media, y media baja. En efecto, era la música popular.

Las clases sociales altas trataron de diferenciarse del resto de la población escuchando música que “solo ellos” creían, y que siguen creyendo, que es música nacional. A comienzos de la década de los ochenta y finales de los noventa la música antigua como los pasillos, pasacalles y San Juanitos -grabados antes de los 70- eran música nacional. Mientras que los pasillos, pasacalles y San Juanitos que se producía en los 80 y 90 era música popular, rocolera o chichera por sus letras asociados con el alcohol y las cantinas. También, por su instrumentación que trataba de mezclar sintetizadores y efectos de música electrónica (Wong, 2011).

Las canciones reflejaban una realidad que empezó a ser muy frecuente. La migración de campesinos hacia las ciudades se vio en sus letras convirtiendo este fenómeno social como parte de las variaciones que sufrió el San Juanito y que lo viven en la actualidad personas afroecuatorianas, indígenas y mestizos (Delgado, 2011). En estos escenarios, se inicia los problemas de discriminación. Las personas recién llegadas a las ciudades se permitían sentir vergüenza de sus raíces. Por lo tanto, se refugiaban en música que los invitaba a bailar y disfrutar. Era un escenario inventado en el imaginario de los “otros” -la clase alta- que los veía como inferiores en un intento por socavar su cultura.

En definitiva, los San Juanitos acompañan a nuestros pueblos en todos los escenarios y procesos de la vida. Los cambios que sufre la sociedad -por la coyuntura que atraviesa el país- abren paso a entender cómo las personas se identifican a través de los años con ritmos tan propios y de trascendencia internacional. A pesar de esto, existe discriminación entre los propios indígenas y mestizos los cuales reflejan un complejo ante la identidad cultural de sus pueblos y el alcance que provoca la negación de las raíces andinas. La migración interna es un tema de décadas que no se puede dimensionar en su totalidad cuántos cambios se dan en la identidad de los pueblos, la hibridación de los saberes es un reflejo de lo que hoy se escucha y se considera como música nacional de élite o música nacional popular. Esta división es producto del desconocimiento de la historia de los pueblos y de cómo cada elemento tradicional figura en un margen representativo de los sentires de las naciones.

FUENTES BIBLIOGRÁFICAS:

Apolo, M. E. (2000). Los mestizos ecuatorianos y las señas de identidad cultural. Eskeletra editorial.

Díaz, S. H. (2012). La identidad musical del Ecuador: el pasillo. RICIT: Revista Turismo, Desarrollo y Buen Vivir, (4), 58-70.

Medina Merchán, J. F., & Borbor Lindao, A. K. (2018). Los géneros musicales, pasillo y san Juanito en la revitalización de la identidad nacional (Bachelor's thesis, Universidad de Guayaquil. Facultad de Filosofiía, Letras y Ciencias de la Educación.).

Pareja, M. D. (2004). Ecuador: identidad o esquizofrenia: ensayo. Eskeletra editorial. Wong, K. (2011). La música nacional: una metáfora de la identidad nacional ecuatoriana.

Stutzman, Ronald (1981) “El Mestizaje: An All-inclusive ideology of Exclusion.” norman Whitten, ed. Cultural transformations and ethnicity in Modern ecuador. Urbana: University of Chicago Press, pp. 45-94.

FUENTES SECUNDARIAS:

           Delgado. (2011). El sanjuanito como ritmo nacional.

 

Erika, S. C. (1992). Los mitos de la ecuatorianidad.

MARCELO SANCHEZ. (2010, 18 diciembre). EL SANJUANITO [Vídeo]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=vwermAaQnz4

Ordoñez, C. E. G., & Frías, V. F. P. LA INFLUENCIA DE LA MUSICA ECUATORIANA (SANJUANITO) EN EL FORTALECIMIENTO DE LA CULTURA MUSICAL.

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Sobre el autor:

José Mateo Andino Alemán nació en Quito e ingresó al colegio Alfonso del Hierro La Salle en 2019. Actualmente cursa el 2do año de bachillerato. Le gusta la Música y el Dibujo, también las ciencias sociales como la Historia, la Geografía y la Filosofía. Uno de sus pasatiempos es realizar dibujos, donde se remarca su afición por las Ciencias Sociales; plasmando en sus obras la crítica social.

 

 

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